Derribando infamias ...el olvido es una rama transversa.
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sábado, 21 de noviembre de 2009

LUNA

Como casi todas las noches me asome a la ventana a ver el cielo. Ni lunas ni estrellas, ni pajaritos nocturnos, ni chicharras, ni mariposas, nada. Parecía como si el calor se hubiese tragado todas las formas vivientes, aladas y cuerpos celestiales. Él desde el cuarto me llama para decirme que la luna se esta alejando cada vez más de nuestro planeta, y esa es la causa del calentamiento global, de los terremotos y las catástrofes naturales. Si yo fuese ella también me alejaría de la tierra a pasos agigantados. El planeta azul a quien ella misma dio vida se muere. Sus hijos enfermos reparten la herencia arrojándose destellos nucleares que sirven de hervidero para la necrofilia. La luna de Lorca hoy se desangra y desfallecida arroja su manto sobre el sol, desapareciendo…

lunes, 5 de octubre de 2009

Aniversario


Hace treinta y cinco años que nací. Cada año vuelvo hasta mi fuente. Nado soy pez. Busco entre las piedras del ombligo de mi madre . Oigo la noche desde acá. Me encierro ahora soy luna.
Desde la nevera un pedazo de turrón me llama, quiere convidarme a pecar. Hoy es el día permitido! Hoy es un día en la tierra del nunca jamás!
Felíz Aniversario para mí!!!!! Por otros tantos. Salud!

domingo, 4 de octubre de 2009


Tu Foto En Una Revista

miércoles, 26 de agosto de 2009

PERSÉIDA

Por sortilegio. Nuestra buena estrella (Agosto 26/2009. No dejes nunca de desear)
Aquella noche los tres hombres vieron como desde el cielo una bola luminosa cruzaba afanosamente el firmamento, irrumpiendo la tanda de noticias y chismes cotidianos. Luego las diatribas de unos y otros: -Esa cosa era un cometa. –No, era una estrella fugaz. -Esa vaina era una simple avioneta cayendo a pique. -Coño, decía el hombre que desde la camioneta despachaba el pan a una señora, ustedes mañana verán la noticia en primera plana: “Avioneta siniestrada a la altura de los plátanos con 5 pasajeros a bordo, venia de los Roques. Aún no se han encontrado sobrevivientes”. –Que va- decía el amigo que había subido a comprarle pan a su compadre. Esa era una estrella fugaz común y corriente, yo ya estoy acostumbrado a verlas, nada mágico y mucho menos trágico compa. -Que capacidad de análisis la de ustedes. Continuaba el otro que ayudaba de tanto en tanto a despachar. Ese es un meteorito, quien sabe a donde fue a parar, si cayó en la tierra hay que prepararse para tormentas y terremotos en los próximos días. Y si cayó en el mar, cosa terrible en estos días de vacaciones, es muy probable que se desate una desgracia mayor. Compañeros acuérdense de Indonesia, cuando el mar se trago a Sri Lanka entera. Enfrascados en discusiones, hipótesis alucinantes y viejos temores bíblicos los tres amigos hablaban y hablaban sin parar. Por encima de ellos el cielo tomado por cientos de estrellas razantes, aquella noche de agosto y acompañadas por una finísima armonía a lo Vangelis, paralizaban la calle entera. En el mar una Perséida, la última en caer, manchaba con escarcha lunar la punta de una ola que poco a poco y una vez en la orilla, desaparecería tragada por la boca de algún cangrejo. Como si la muerte fuese la vieja escama de otra orbe.

miércoles, 13 de mayo de 2009

EL SANTUARIO

Treparse desde el árbol hasta la ventana de la casa, era cosa fácil para aquellos dos. Sólo un par de escaladas hasta la cúspide y alcanzarían la gloria. Aquella noche nada era inocente en "Santos Lugares". La ventana se había quedado abierta como un regalo a la osadía.
Los gatos en celo callaron ante la interrupción de los intrusos. Descender al templo, con los pies ligeros como Aquiles. Comprobar luego que él estuviese dormido.
El hombre descubre entre la oscuridad de la noche una sala casi sin muebles, ni adornos, . Logra tantear con sus manos objetos cuadrados, libros en columnas, por el suelo, sobre las estanterías, encima de los sillones. Prende la linterna. En la pared un cuadro enmarcado con la carátula de uno de sus libros. “Antes del Fin”. El otro hombre que seguía de cerca los pasos del que entro primero, descolgó el cuadro y lo guardo en un maletín. Entraron a un pasillo que daba hacía los cuartos y cocina. La silueta intermitente de un personaje casi les enceguece. Escucharon el zumbido de una voz que sólo masculló entre dientes la palabra: “duerme”. El primer hombre creyó reconocerla por entre las otras que después se colaron con la intención de enloquecerlos. Era Bruno. Pensaba. Estoy seguro. Sabían que entrar al templo traería graves consecuencias, como en la tumba de algún faraón egipcio. Pero valía pena. Las manos delicadas de otro ser les estrujaba el pene una y otra vez, por encima de los pantalones. -Es Alejandra, le dijo el primer hombre al segundo que venía atrás. -Sigue. (le ordeno).

Casi al llegar al cuarto sienten la soga al cuello, pero sus manos no lograban tocar la cuerda, nada tenían alrededor, simplemente no podían respirar. Luego los pinchazos de fuego en los ojos haciéndolos tropezar unos contra otros. El segundo hombre grito: el nombre de Fernando como un conjuró ante el miedo. Todo termino.
La idea era verlo, aunque sea una vez, tocar sus manos, sentir las llamas de sus libros desde dentro de la boca del dragón. El fuego bendito, purificador. La enfermera que lo cuidaba salio gritando al ver los dos hombres que intentaban abrir la puerta donde dormía el escritor.

Correr a toda costa, huir del santuario profanado. Las voces acercándose cada vez más y la ventana todavía abierta dejaba colar ráfagas de viento. Trepar de nuevo al árbol, caer a la acera principal.

Los dos hombres ya fuera de la casa, se limpian los restos de hojas secas y tierra de los pantalones. Llevan en el bolso solamente la placa con la carátula del libro. Seguro esperaran a que pase el fulgor de los acontecimientos y habrán de venderla a algún coleccionista por mucha guita. -¡Apúrate! Le grita el primer hombre al compañero. –No ha de tardar en llegar la policía. El otro recoge el bolso del suelo y antes de emprender rumbo voltea hacia la ventana de la casa que acaban de abandonar. En ese momento la ventana se cierra,  un ruido seco se deja escuchar. Parecía como si un pájaro ciego hubiese chocado de frente con la ventana cerrada de alguna casa abandonada.

Marzo 2009
 
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